Desde la década de 1980 ha sido notable la expansión de los sistemas nacionales de áreas naturales protegidas como estrategia para la conservación de los bosques tropicales, frente a la aceleración vertiginosa de la deforestación en la Amazonía.
En 1990 se crea el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SINANPE) y luego, a partir de la Ley de Áreas Naturales Protegidas de 1997, se establecen tres tipos de áreas protegidas: áreas de uso indirecto y de mayor protección (parques nacionales, santuarios nacionales y santuarios históricos), áreas de uso directo y de menor protección (reservas nacionales, reservas paisajísticas, refugios de vida silvestre, reservas comunales, bosques de protección y cotos de caza) y áreas cuya categoría aún no está definida (zonas reservadas). Además, la misma ley establece las bases para la creación de áreas de conservación regional y privada, las cuales no son administradas directamente por el SINANPE.
No obstante, la creación de ANPs no siempre ha sido bien vista por las poblaciones locales, principalmente por existir sobreposición entre las áreas protegidas y sus territorios tradicionales, y porque éstas imponen restricciones sobre el uso de recursos. Así, siete de las 21 áreas protegidas fueron creadas sobre territorios habitados por poblaciones indígenas y no indígenas. Otras nueve áreas fueron creadas sobre territorios usados de manera tradicional y de hecho, hoy colindan con comunidades nativas reconocidas y tituladas. Otro problema deriva de las limitaciones que supone para las poblaciones locales la incorporación de estas áreas al SINANPE, al convertir en actividades ilícitas, sujetas a la represión por parte de los cuerpos de guardaparques y policías ecológicos: la forma de vida tradicional y la extracción a pequeña escala que practicaron en estas áreas las poblaciones locales durante generaciones. Esto ha generado situaciones de tensión y conflicto en torno a la mayoría de estas áreas naturales protegidas.
En 1990 se crea el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SINANPE) y luego, a partir de la Ley de Áreas Naturales Protegidas de 1997, se establecen tres tipos de áreas protegidas: áreas de uso indirecto y de mayor protección (parques nacionales, santuarios nacionales y santuarios históricos), áreas de uso directo y de menor protección (reservas nacionales, reservas paisajísticas, refugios de vida silvestre, reservas comunales, bosques de protección y cotos de caza) y áreas cuya categoría aún no está definida (zonas reservadas). Además, la misma ley establece las bases para la creación de áreas de conservación regional y privada, las cuales no son administradas directamente por el SINANPE.
No obstante, la creación de ANPs no siempre ha sido bien vista por las poblaciones locales, principalmente por existir sobreposición entre las áreas protegidas y sus territorios tradicionales, y porque éstas imponen restricciones sobre el uso de recursos. Así, siete de las 21 áreas protegidas fueron creadas sobre territorios habitados por poblaciones indígenas y no indígenas. Otras nueve áreas fueron creadas sobre territorios usados de manera tradicional y de hecho, hoy colindan con comunidades nativas reconocidas y tituladas. Otro problema deriva de las limitaciones que supone para las poblaciones locales la incorporación de estas áreas al SINANPE, al convertir en actividades ilícitas, sujetas a la represión por parte de los cuerpos de guardaparques y policías ecológicos: la forma de vida tradicional y la extracción a pequeña escala que practicaron en estas áreas las poblaciones locales durante generaciones. Esto ha generado situaciones de tensión y conflicto en torno a la mayoría de estas áreas naturales protegidas.
FRONTERA AGRÍCOLA PARA EL PERÚ
Las carreteras van expandiéndose y con ellas la frontera agrícola y la inmigración. La globalización y la expansión de los mercados han ampliado significativamente las fronteras agrícolas, afectando los bosques primarios de nuestro país. Al mismo tiempo, los territorios indígenas y los derechos indígenas están pobremente establecidos, por lo cual se ven constantemente afectados por el incremento de la infraestructura urbana. Por ejemplo, en la vertiente oriental de los Andes es grande la presión de los colonos, los cuales invaden territorios indígenas, especialmente aquellos pendientes de titulación.
El uso agropecuario de la tierra es responsable de la tala de cerca de 80 millones de hectáreas de bosques amazónicos y del abandono de cerca del 60% de esas tierras por pérdida de la fertilidad y la erosión consecuente (SIAMAZONIA)
SOBREPASTOREO PARA EL PERÚ
Las tierras aptas para pastos en el Perú son 27’600,000 ha aproximadamente y constituyen la base de la alimentación del 84% de la ganadería nacional; de estas el 50% son praderas degradadas con tendencia a la retrogresión y capacidad de carga menor a 0.2 unidades animales por hectárea. Esta es una de las razones por las que el sector pecuario no ha alcanzado competitividad en la producción de carne, leche y fibras. Existen 5,000 comunidades campesinas que dependen del pastoreo extensivo de 12’000,000 ha, con participación activa de la mujer y los hijos. Las comunidades ubicadas sobre los 4,000 msnm, usan las tierras exclusivamente en ganadería y las que están ubicadas a menor altitud combinan agricultura con ganadería. (Pastos y Forrajes - INIA)
Las tierras aptas para pastos en el Perú son 27’600,000 ha aproximadamente y constituyen la base de la alimentación del 84% de la ganadería nacional; de estas el 50% son praderas degradadas con tendencia a la retrogresión y capacidad de carga menor a 0.2 unidades animales por hectárea. Esta es una de las razones por las que el sector pecuario no ha alcanzado competitividad en la producción de carne, leche y fibras. Existen 5,000 comunidades campesinas que dependen del pastoreo extensivo de 12’000,000 ha, con participación activa de la mujer y los hijos. Las comunidades ubicadas sobre los 4,000 msnm, usan las tierras exclusivamente en ganadería y las que están ubicadas a menor altitud combinan agricultura con ganadería. (Pastos y Forrajes - INIA)
Actualmente existen 21'795,000 ha de pastos altoandinos, de las cuales el 67% (14'555,000 ha) aproximadamente se encuentran con serios problemas de sobrepastoreo afectados por años de sequía, principalmente al sur del país (Apurímac, Huancavelica, Arequipa, Cusco y Puno). De esta cifra aproximadamente 7'000,000 ha, ademas de los problemas de sobrepastoreo, presentan erosión laminar, aparentemente imperceptibles, y por lo tanto de consecuencias imprevisibles. (Experiencias de manejo de cuencas - INEI - PRONAMACHCS)
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